Pueden encontrar el Link a su derecha bajo el título Grupos súper cool. Dulces pesadillas que por hay anda el Halloween del 2016, wajajajaja.
Grotecerias
Era una chica extraña, siempre sola y sumergida en su libreta de dibujos. Llevaba el cabello largo y lacio tapando siempre el lado izquierdo de su rostro pálido. No hablaba con nadie en la escuela. No tenía amigos y los que no le tenían miedo la molestaban. Ante estos ella parecía inmune. Les pasaba por el lado con sus ojos pegados al suelo como si nada, sin enfrentarlos o inmutarse. A veces parecía inhumana. Era como una línea integra sin atisbo de alegría o tristeza y siempre emitía un aura oscura que daba escalofríos al que pasara cerca de ella. Visitaba constantemente la biblioteca, aunque nunca tomaba un libro en sus manos. Solo dibujaba en su libreta o miraba fijo el marco de la mesa. Acostumbraba sentarse en la mesa más apartada y allí esperaba hasta que fuera hora de entrar a clases. Yo siempre la observaba desde el rabillo de una ventana con curiosidad.
Hasta que un día tuve el valor de acercarme a ella en la biblioteca. Sabía que jamás nadie se le acercaba, y que muy probablemente lo prefería. Pero pudo más mi curiosidad que el miedo. Y de veras quería conocerla. Me senté primero en la mesa de al lado por un par de días. Ella solo me ignoraba o ni se daba cuenta de que estaba allí. Luego me sentaba en la misma mesa que ella, pero sin decir nada. No me llegaba el valor de presentarme. Hasta que un día le dije hola. Ella ni me miró. Eso me hizo sentir un poco intimidado, pero estaba decidido a conocerla. Los días pasaron y seguí insistiendo, cuando no preguntaba cosas, solo me sentaba a su lado y la observaba. Podía notar que se sentía incomoda, pero igual tampoco me decía que me alejara a pesar de parecer tener un letrero enorme en su frente que dijera ALEJATE. Paso más tiempo, se volvió rutina para mí, llegaba, tomaba un libro, casi siempre de poesía y leía a su lado en silencio. Ella me ignoraba dibujando criaturas grotescas en su libreta. Las veía cuando alzaba la vista. Podía sentir que la atmosfera cambiaba con el tiempo. Ya no parecía molestarle tanto como antes, era cada vez más confortante. Hasta que un momento dado ella rompió el silencio y bajó la barrera entre ambos.
—¿Cómo estás? — dijo tímidamente cuando ya había perdido la esperanza. Incluso me sorprendió de que tuviera una dulce voz.
—Muy bien. Soy Viktor, hola. — me presente de nuevo, era como la trigésima quinta vez, pero nuestra primera conversación.
—Hola, a mi también me gusta la poesía—Se notaba que si me había estado observando y también que se le hizo difícil decir esa simple oración.
—O vaya, a mí también. — Sonreí y le mostré el libro en mis manos. Luego añadí. — Veo que te gusta dibujar, ¿qué tanto dibujas?
—Solo son grotecerias. — Ni idea de que era eso pero…
—Ok — Sonreí detrás de mi libro, ella suspiro. Ese día no evoluciono más el intercambio de palabras entre nosotros. Pero luego tuvimos más conversaciones incomodas que rompieron con el silencio. Del hola y el “me gusta lo que haces” pasamos a “¿Qué hiciste este sábado?” y a “Me gusta ese dibujo, ¿Qué significa?”. Me sentía súper cómodo con ella como nunca con cualquier otra persona. Sabía desde el momento en que miraba desde la ventana que seriamos los mejores amigos.
—Eres una persona interesante, ¿sabías? La forma en que todos aquí te han tratado ha sido muy cruel en verdad.
—No los culpo. Yo los he alejado a todos para ser sincera. — Estaba siendo conmigo más abierta que nunca con cualquiera. Lo sabía porque yo también. —Mi vida es un constante negativo no solo aquí, sino en mi casa. Así que agradezco que seas mi amigo. — por primera vez me sonrió y tenía una hermosa sonrisa. Lástima que lo ocultase con su cabello.
—Al menos has decidido por ti, tu forma de ser es genuina. Yo siempre he sentido que los demás siempre toman las decisiones por mí, pero por primera vez no me importa lo que ellos piensen. Me importas tú. — Vi en su mirada que lo que dije la tocó profundamente. Al día siguiente ella se veía ansiosa al verme entrar en la biblioteca. Yo también lo estaba quería confesarle mi amor. Iba a pedirle que fuese mi novia.
—Debo contarte algo— Me dijo en un tono suave pero inquieto.
—Yo también— le tomé una de sus manos. Era la primera vez que lo hacía y me pareció que a ella le gustó sentir mi mano junto a la suya pero aun así la aparto. Entendí que no estaba acostumbrada al tacto.
—Viktor, yo no soy como todos los demás… — comenzó bien insegura.
—Lo sé, es lo que me gusta de ti — esperaba que eso la hiciese sentir más segura. Además de que era cierto.
—No es fácil lo que debo decirte...Por favor prométeme que no se lo dirás a nadie o que te asustaras. —ok ya me estaba poniendo nervioso.
—Lo…Lo prometo
—Yo no soy de aquí… — continuó
—Quieres decir, ¿Qué no eres de Puerto Rico?— indagué.
—No, me refiero a este mundo, yo…mis padres no son humanos, ni yo tampoco— me miró y luego bajo la cabeza. No era lo que esperaba.
—Estas bromeando, cierto— debí haber cambiado de facciones. —Digo, eso es imposible. — No podía creer que yo creería semejante cosa.
—No, no lo es — Ella retiró su cabello de la cara y me dejó ver su rostro en la parte izquierda. Ese lado era gris oscuro con pequeños puntos rojos sobre el pómulo y dos ojos con el iris negro y el centro rojo. De ese lado tenía unos colmillos en su boca y su oreja era puntiaguda.
Era como revivir una pesadilla, me he asustado tanto que me caí de la silla hacia atrás. No podía creer lo que veía. La vi acercárseme, solo podía ver esos ojos negros y rojos mirarme y le grité que se alejara de mí, que era un monstruo. Salí corriendo de la biblioteca en cuanto logré ponerme de pie. Escuché a otros gritar y la vi salir tras de mí de la biblioteca. Vi a otros estudiantes amontonarse donde ella estaba. Todos estaban igual de horrorizados como yo y le gritaban. Algunos le lanzaron piedras otros como yo corrieron. Yo alcancé a ocultarme detrás de unas escaleras. Sabía que me buscaba. Allí no me vería o eso pensé. Me encontró y trató de hablar conmigo, yo veía sus colmillos, parecían querer comerme.
—Viktor por favor déjame explicarte, sigo siendo yo, soy la misma persona… — intentó tomarme la mano como yo había hecho antes pero no la dejé.
—Solo déjame, cosa horrorosa. Jamás podría estar con algo como tú — Le dije. Ya no quería que fuese mi novia. ¿Como? Si era algo tan, tan…Corrí de nuevo y la observé desde lejos. Se tiró al suelo. Alrededor de ella las personas seguían gritándole y lanzándole cosas. Ella luego se levantó y volvió a la biblioteca llorando. Al poco rato salió con su libreta de dibujo en manos. Se lanzó al suelo y arrancó cada una de las páginas con sus dibujos. Se restregó sus ojos de monstruo y sobre las páginas derramó sus lágrimas. Lágrimas negras. Luego sopló sobre ellas, el carboncillo se esparció en el aire dejando las páginas en blanco. Comenzó a hacer círculos en el aire con su dedo he hizo un remolino negro de carboncillo. Vi cómo le lanzo a la gente rayos negros de carbón creí que los estaba matando uno a uno. Pero cuando recibían el impacto se convertían en las criaturas deformes y grotescas de sus dibujos. Cosas horribles, con ojos colgando y jorobas en las espaldas, con hedores a quemado y putrefacciones a todos los niveles, colmillos y verrugas sobresaliendo, gemidos horripilantes que hasta el más león se espantaría, pelos saliéndoles de las orejas y cicatrices horripilantes, manos como garras…Todos abominaciones, a mi alrededor. Estaba paralizado del terror, con el corazón latiéndome a millón y el grito atragantado en la garganta. Sabía que debía salir de allí antes de que me encontrase, pero me encontró y me disparó un rayo sentí una quemazón en todo mi cuerpo, un dolor terrible se esparció desde mi pecho al resto de mis extremidades. Me miré en el cristal de una de las ventanas. Tenía un cuerno saliéndome de mi frente, una mano me colgaba hasta el suelo, la barriga se me desbordaba hasta las rodillas y unos colmillos sobresalían de mi boca, el terror al verme fue tanto que grité tan fuerte que la ventana en la que me veía se rompió.
—Y ahora Viktor, ¿podrías estar con algo como yo? — Estaba tan enojado que me lancé sobre ella, pero antes de que pudiera hacerle daño abrió un agujero negro en el aire y desapareció en él. Dejándonos a todos como monstruos. Los que fuimos transformados gritábamos y llorábamos, graznando, gruñendo…Haciendo sonidos animales. Que era lo que nos salía. Los que no, corrían alejándose de nosotros muy asustados. Nosotros tratábamos de explicar quiénes éramos, pero todos se alejaban gritándonos.
No pasó mucho rato cuando escuche a la policía entrar a la escuela y sacar a todos los otros estudiantes. Rodearon la escuela y comenzaron a cazarnos como monstruos. Nos lanzaban dardos o redes al capturarnos. Volvíamos a intentar explicar, pero nos siguieron atacando hasta que nos tuvieron a todos en jaulas. Yo fui el último que capturaron, pero antes de que pudieran meterme en una jaula escapé. Me oculté en el monte que quedaba detrás de mi casa. Sabía que no podía llamar a mi casa. Se asustarían al verme y llamarían a los cazadores para que me atraparan. Lloré detrás de un árbol y por primera vez me detuve a pensar en ella. Así debía sentirse todo el tiempo que le grité que era una cosa horrorosa. Yo era el horroroso por decirle eso. Quería encontrarla y pedirle perdón y a la vez que me devolviera a mi forma normal. Esta vez no la rechazaría. Esperé a que fuese de noche y salí del monte para la casa de ella. Pero al llegar estaba abandonada, como si nadie hubiera vivido allí por muchos años. Solo había una libreta empolvada con dibujos a colores de mi rostro manchados de gotas negras aun húmedas. Sabía que se trataba de sus lágrimas. Toqué una de ellas y un aire frio me recorrió la espalda y luego el cuerpo entero. La protuberante barriga ya no estaba y mi brazo colgante volvió a la normalidad. Todo yo cambio y supe lo que tenía que hacer para salvar a los otros. Solo debía encontrarlos. Salí de la casa y fui corriendo a la estación de policía, allí debían tener a los otros. De camino vi mucha gente caminando hacia el campo. A la cabaña abandonada no intenté averiguar porque, era importante que llegase a la estación. Cuando llegué le pregunté a un policía por los monstruos y dijo que los tenían en la cabaña abandonada. Fui corriendo de regreso y en medio del camino vi las llamas encenderse y los gritos horripilantes. Cuando por fin llegué ya era demasiado tarde, ya no se escuchaba nada. Vi salir de los orificios de la cabaña en llamas todavía salir todo el carboncillo y hacer un remolino en el aire que luego entró dentro de mí y me devolvió mi forma monstruosa. La gente que me vio salió corriendo excepto una niña de cabello lacio negro que sostenía una libreta sin páginas.
Foto con Jose Santos
Foto con Mary Ely Marrero, Nora Cruz y su nieta Nory
Foto con Melvin y Mary Ely Marrero
Foto con Mary Ely y Jose Santos